Arturo y sus amigos acaban de llegar a la llanura de Los Tres Volcanes, donde esperan encontrar al gran Arquitamius.Se encuentran ante una zona desolada, devastada por las continuas erupciones volcánicas y los destructores ríos de lava. No se ve vida, y Santiago de nuevo capta ese ambiente, agobiante, asfixiante, que no deja lugar para la tranquilidad. De hecho, tan concentrados están para no caer en ningún tipo de trampa natural (si es que ese sitio tiene algo de Naturaleza) que no se dan cuenta de la ausencia de Horacles. Es Crispín quien lo advierte, pero es demasiado tarde para retroceder. ¿Adónde habrá ido? ¿Ha huido para no reencontrarse con el que antaño fuera su maestro, aunque acabara repudiado? He aquí un punto caliente, a pesar de que no lo parezca, en la historia. Nos da en la nariz, al leer, que Horacles reaparecerá...
Entretanto, nuestro querido Arturo del presente ha ido a la tienda del tatuador Jazmín. ¿Para qué? Conseguir información. Uno de los dos que intentaron cortarle la cabeza es ayudante del gordo Jazmín. Pero al hablar con Metáfora y Arturo estos dos embusteros tiran balones fuera, y dicen que trabajaron por encargo, para un hombre cojo... De nuevo intriga e interrogantes: ¿de quién se trata? ¿Qué interés tiene ese en asesinar a Arturo? Se enreda el nudo, se aprieta la historia...
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